Thursday, October 12, 2006

El Gran Hermano de George Orwell ha triunfado en Zaragoza


La observación silente de sistemas sofisticados de alta resolución, puede oprimir nuestra seguridad saqueando terreno a nuestra privacidad, o cuando menos a nuestra intimidad más confiada.

La prueba de fuego, o como dicen los expertos prueba piloto, está servida a tenor de la inminente instalación en multitud de calles de nuestra ciudad de videocámaras confeccionados con la tecnología de sistemas vanguardistas.

Prácticamente el centro de Zaragoza estará tomado por un novedoso avance especializado que recogerá instantáneas para ser trasladadas en tiempo real a un centro de control para fines diversos. Todo tipo de cámaras y antenas observaran, en principio, las zonas viales para control del tráfico y control ambiental.

Y ante esta realidad por donde discurre nuestra sociedad líquida, colmada de individualismo, chocan nuestras vidas con la intervención de los poderes públicos en materia de seguridad. Libertad y seguridad son demandas incompatibles en un mundo globalizado. Es cierto que entre privacidad e intimidad existe una fuerte dosis de afinidad, pero también ambos conceptos discurren por sendas paralelas.

La privacidad se circunscribe en la esfera más personal del ser humano de la que además, supuestamente, él es el único que puede hacer uso de ella, siendo este acontecimiento una conquista de la sociedad liberal. La intimidad, perteneciendo también al foro interno, está ligada al círculo social en donde las personas se desenvuelven creando así una esfera algo más colectiva. Sendos casos, en breve, van a ser bombardeados a discreción por una cantidad indeterminada de “clikcs” silenciosos que quedarán depositados bajo el poder de la Administración.

Ahora bien, no solo es el tráfico lo que se controla hoy en día, hay algo más. Si las ciudades incívicas y deshumanizadas de nuestra democracia moderna adolecen de la suficiente seguridad que debería tener una sociedad educada en valores, y por ello aquellas demandan mayor amparo y patrocinio, que no quepa duda de que la libertad de movimientos de los ciudadanos menguará considerablemente debido al principio de subsidiariedad y procura existencial del Estado y las instituciones competentes.

G. Orwell tenía razón, el Gran Hermano se ha hecho ubicuo y todo lo controla, todo lo ve, nada se le escapa. Este asalto a los intereses privados sobre el espacio público no se ve sin embargo en otras ciudades europeas en donde el hacinamiento humano es más prominente. Y es que a pesar de que nuestra condición de liberales nos lleve a pedir una limitación de la intromisión institucional, por la disposición étnica que nuestra raza española esta adoptando últimamente, el Estado debe encargarse encarecidamente de cuidar y vigilar nuestras azarosas y desaliñadas vidas.

vicenbarbarroja

0 Comments:

Post a Comment

<< Home