El Papa pieza clave de la cohesión occidental
Benedicto XVI , como Vicario de Cristo en la tierra y semilla fecunda de su amor, es el eslabón que enlaza la esencia natural del hombre con la plenitud de su Creador.
A lo largo de la historia del mundo la Iglesia Católica, irremediablemente ha tenido y tendrá agresiones procedentes de diferentes culturas enmascaradas de diversas formas. Desde su constitución, querida, pensada desde la eternidad y consumada por el mismo Jesucristo, ha estado asistida y lo está por el Espíritu Santo, a pesar de los vaivenes que la imperfección humana manifiesta. Y es que la Iglesia como tal es indefectible y Madre, aunque sus miembros, débiles y arrogantes, estemos plagados de defectos.
Ante esta postura, si la cabeza de la Iglesia es el mismo Cristo, no cabe duda que por designación divina el Papa, como sucesor directo de Pedro, es quien lleva el timón de la barca, confiado y abandonado totalmente en la Divina Providencia, a la vez que pone todo su empeño en servirla. Por ello, cuando un Papa sucede a otro la pregunta más común es si el listón que ha dejado el anterior lo podrá superar el recién nombrado y si lo hará además mejor o peor. La respuesta a estas y otras cuestiones que puedan surgir es siempre la misma: el nuevo Papa no sustituye a su predecesor, sino al mismo Pedro, y siendo así, cada uno hace lo que en ese momento debe hacer.
Esta verdad fundamental mediante la cual nos acercamos más a Dios merece recapacitarla , meditarla y asumirla. De esta manera, al pasar de los años, se observa con sencillez que el Santo Padre de la Iglesia Católica ha servido de unión entre los pueblos fundamentalmente occidentales dando consistencia no ya a la identidad de las gentes, sino también a la dignidad de las personas que se han acercado a la fe de Cristo, contribuyendo a la construcción de un mundo más justo, más humano y de mayor humildad.
En este entendido, conservar la pieza clave de un sistema es la forma más inteligente de asegurar el funcionamiento del mismo, y en el caso que nos ocupa, sostener con la oración y el buen ejemplo la carga que soporta el Papa en el ejercicio de su misión apostólica es vehículo de concordia, de entendimiento intercultural y de un profundo amor al prójimo.
Que actualmente el Santo Padre tenga ataques por difundir la doctrina de Cristo, un lado de quienes quieren regir la humanidad bajo un dosel absoluto y fundamentalista, y por otro, de aquellos que promueven la coacción bajo el yugo del paganismo, no nos debe sobrecoger puesto que, ya al mismo Jesucristo en su época, por exponer su doctrina fue ultrajado y posteriormente crucificado.
Ahora bien, tenemos que tener claro que, como cometido imperativo de proclamar la Palabra de Dios por todos los rincones de la tierra, la verdad siempre será el estandarte de la comunidad católica enarbolada por el ministerio petrino, a pesar de que, en ciertas ocasiones, la predicación de la misma nos alcance el propio martirio.
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