Wednesday, September 27, 2006

La deriva utilitarista cosifica irremediablemente al ser humano.

La comunidad mundial está cayendo en un darwinismo social orientado a eliminar de las personas la opresión del sufrimiento y de los defectos. El fin último es anestesiar a la sociedad y fomentar la especie humana elaborada.


El utilitarismo vinculado al factor económico y a la asignación de los recursos sobre todo en el ámbito sociosanitario ha engendrado un nuevo concepto de ser humano. Con ello se pretende uniformar y acotar la especie humana declinando cualquier brote de dolor que merme las facultades vitales del hombre.

Frente a esta teoría disparatada a la que se aboca gran parte de la comunidad científica se opone la verdadera razón de la existencia de la humanidad: su destino trascendental. Cuando uno repara en reflexionar el porqué de la existencia humana, se llega a descubrir el indiscutible fin para el que ha sido creado el hombre. Por ello, desde el punto de vista teleológico, el individuo está incardinado a la eternidad, término este antagónico con los programas relacionados con el incremento de la riqueza, la productividad o la competitividad.


Esto es debido a que cuando en una sociedad técnica, de consumo y convencional como la nuestra, en donde no existen valores absolutos ni principios válidos, donde se da paso a la negociación mercantilista como eje rector, y donde el único interés se centra en sacar partido a todas las cosas, es irrevocable que la justicia no puede ocupar ningún lugar, y por ello se consideren a las personas, no por su propia dignidad sino por el reporte útil y económico que adquieren para la colectividad.

De esta manera nos alejamos de la ética de la libertad y de la ética de la solidaridad, siendo el dominio de los fuertes y sanos la lógica que enaltece y preside el individualismo más exacerbado. Y llegados a este punto seguramente nos surgen ciertas preguntas, ¿estamos todavía conformados en el principio de “humanidad”?, ¿quién decide cual es el concepto de humano y no humano?, ¿la dignidad humana está por encima del despotismo de quien pueda arrogarse la potestad de decidir sobre la vida y la muerte o sobre el que sufre y debe morir?

Cuestiones nada baladíes en las que todos deberíamos meditar para no cometer errores irreversibles, pues como decía Santo Tomás, la persona es fuente y fin de la vida social, un bien en el que converge el universo. No podemos instrumentalizar al hombre por ningún interés pues éste indubitadamente se identifica con la misma esencia de su Creador.

1 Comments:

Anonymous Anonymous said...

En pro de la productividad y eficiencia se está sacrificando la creatividad humana y se pretende cuadricular los frutos de su ingenio en pro de los intereses liberales.

8:59 AM  

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