Wednesday, January 07, 2009

LA FAMILIA, PRODIGIO DE AMOR, ES BRUTALMENTE AGREDIDA POR EL PODER.


Es cierto que la familia, y por ende la persona como ser individual, esta siendo pasto del poder absolutista que está en manos de un delirante elenco de políticos ávidos de controlar hasta el más mínimo de los movimientos del ser humano. Es cierto que los azotes hacia las presas fáciles de devorar, a saber, los más indefensos, los nasciturus y todos aquellos que no se pueden valer por sí mismos, son cada vez más intensos. Cierto es también que la moral de situación al albur de los gobiernos desalmados es una siembra eficaz para los torticeros efectos que quieren producir.

Mi familia sufre hoy en día ataques, como no. Nuestra hija que cursa 3º de la ESO, y que es objetora de la EpC, está siendo bloqueada a pesar de tener un auto judicial que le exime, de momento, de cursar dicha asignatura, pues la Administración no ha comunicado nada al colegio, ni el colegio mueve ficha a nuestro favor aduciendo que tiene que recibir instrucciones de la predicha Administración.


Así las cosas, estamos alegres, pues sabemos que obramos consecuentemente no ya con respecto a la objeción, que no deja de ser un mero ejemplo ilustrativo lejano de cualquier protagonismo, sino que intentamos que nuestra vida en familia sea un remanso de paz y de bien. Contra las criticas procuramos desagraviar, perdonar y siempre que es posible sonreír. No nos tiembla la mano a ningún miembro de nuestra familia cuando hay que defender a la Iglesia, a la vida, el sacrificio, el no a la promiscuidad, o cuando denunciamos alguna violación de derechos fundamentales. Lo hacemos sin exasperaciones, con argumentos, sin rencor. Nos contamos al rededor de la mesa los acontecimientos que nos han sucedido a lo largo del día, comentándolos, valorándolos, en definitiva sacando moralejas o corrigiendo aspectos o puliendo defectos. Y de esta forma reina la paz y la armonía en nuestro hogar, una familia que no está exenta de dificultades y contratiempos, pero que sabemos superar los obstáculos por medio del dialogo, la comprensión y el amor.


Y son precisamente estas cosas tan "normales" y esenciales para vivir en sociedad lo que de alguna manera origina pequeñas o grandes envidias en nuestro entorno, en nuestra comunidad. Por suerte, conocemos muchas familias que al igual que la nuestra, actúan de un modo similar, con la idiosincrasia que caracteriza la peculiaridad de cada uno. Y eso nos hace sentirnos bien, e incluso muy bien. Cuando las cosas se ponen algo peor, cuando arrecia el temporal, siempre esta en nuestros labios una oración, una jaculatoria, una elevación de nuestros ojos hacia el cielo, y al instante nos viene la paz, una paz que huele a bendición.



Al fin y al cabo, esta intromisión del Estado en la privacidad de las familias, de las personas, es la eterna lucha del bien contra el mal, la brutalidad de Caín contra la honestidad bondadosa de su hermano Abel.



Pero no debemos decaer, que no nos abata la tristeza, pues al final de nuestro camino está la luz, brillante, esplendorosa, sin mancha, el descanso del guerrero, la recompensa a tanto dolor llevado eso si con garbo y reciedumbre.



Como bien comenta frid, en la fortaleza esta la clave, en la firmeza, en estar por encima de habladurías y de respetos humanos. El mejor ejemplo la transparencia, ser cercanos, sonreír, tender manos a quienes quizá por ignorancia nunca les enseñaron a amar, por eso el dolor les hace esclavos de la maldad. Todo es para bien, nada se pierde. Familias no os rindáis. Padres escuchar a vuestros hijos, educarlos en virtudes y valores. Hijos obedecer a vuestros padres, y si por error yerran, con bondad hacerles recapacitar. Recordar que el mejor testimonio que puede otorgar una familia bien trabada y unida es amarse sin mesura, pasando por alto unas cosas y sujetando otras, y así el mal no prevalecerá sobre el bien nunca jamás.

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