La agresión sexual no comporta la persuasión del aborto
Estudios rigurosos de mujeres violadas desvelan que solamente el 1% de ellas quedan embarazadas, y que en la mayoría de los casos prefieren no abortar.
En España se ha alcanzado la escalofriante cifra de más de 84.000 abortos en un año. Ante esta luctuosa realidad es evidente que tanto la clase política como una gran parte de la sociedad no se han parado a recapacitar las consecuencias tan graves y letales que se derivan de estas prácticas abortivas.
La mayor parte de las mujeres que han sufrido en sus carnes la frialdad de un quirófano en donde se le ha mutilado la vida de su hijo en su propio seno materno, manifiestan al respecto que pocas o ninguna alternativa nadie les habían comentado, dando los responsables directos e indirectos del aborto por supuesto y aceptado que tras una violación es lógica y viable la consiguiente muerte del feto.
Es curioso apreciar la reacción de aquellas madres, que no lo fueron de sus hijos abortados, al vivir una experiencia tan infernal, desoladora y a todas luces traumática. Y es que no es para menos. Tras una profunda e intrínseca reflexión donde converge toda una mixtura de sentimientos y remordimientos, ciertamente la conciencia de las mujeres en la que se les practicó el aborto se encuentra poco acrisolada y un tanto confundida.
En países desarrollados, consumistas e individualistas, donde cada vez existe una brecha más ancha entre lo material y lo espiritual, sucede que se adjetiva muy alegremente ciertas palabras que descatalogan, en su caso, a la persona como tal con el resultado de su reducción a poco más que una ambigua cosa. Tenemos ejemplos sonados tales como la vida “digna”, el hijo “deseado” o la “interrupción” del embarazo. De esta manera la persona ya no es real por su esencia sino legal por unos votos parlamentarios, es decir lo primordial del contenido de la definición es ya lo que la norma estipula y por ello comienza de esta manera el proceso de catalogación, que en el caso de las mujeres violadas, sin buscar a penas su opinión, se da por hecho que aquel hijo fruto de una agresión sexual en ningún caso va a ser querido y aceptado por ellas y por lo tanto debe ser automáticamente aniquilado. Como se puede observar la justificación de estas matanzas está asegurada bajo el palio de la letra de la ley, normas a la postre inicuas con un perfil exterminador.
En fin este es el panorama que trae como causa nuestra desarrollada y “cívica” sociedad, en donde la propia mujer y madre es utilizada por intereses de un alto porte lucrativo, cosificando a los seres humanos y reduciéndolos a un término tan incomodo que por ello se les asesina.
Pero lo más sangrante de este asunto es que para las colectividades acérrimamente abortistas e intransigentes con la vida, el primer paso es siempre despenalizar el aborto, pasar después a un segunda fase para legalizarlo, seguir con la oferta de su gratuidad haciéndola más atractiva y por último impulsar su obligatoriedad. Para frenar en seco esta situación, seria un dato a tener en cuenta el profundo arrepentimiento que han experimentado más de un 90% de esas madres que paupérrimamente asesoradas fueron inducidas al aborto, para que en un futuro próximo las alternativas a la vida primen sobre las muertes de tantas vidas inocentes que no se les permite ver la luz por haber sido reos de un feroz utilitarismo social.
vicenbarbarroja.
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