Electoralistas subvenciones delatan al consistorio de Zaragoza.
El cicatero apoyo municipal a los jóvenes empresarios zaragozanos revela una falta de responsabilidad manifiesta y un afán desmesurado por ganar a toda costa las próximas elecciones.
A menos de un año para que los ciudadanos acudamos a las urnas allá por mayo, la aguda pericia del alcalde Belloch traspasa los umbrales de la indignación.
Mi buen amigo Fernando, un joven empresario de 29 años que trabaja como propietario autónomo en el sector textil, me informa irritado de cómo el Ayuntamiento de Zaragoza se ríe de él y de aquellos que se encuentran en su misma situación, al lanzar el área de la Juventud, un producto estrella que lejos de incentivar a las empresas, lo que va a suponer es un mínimo y desparramado apoyo puntual a la continuidad de un negocio siempre y cuando se cumplan rigurosamente ciertos criterios limitadores.
Fernando prosigue diciéndome que la cifra máxima de la subvención que un joven empresario puede recibir por parte del Ayuntamiento de Zaragoza asciende a la fruslería cantidad de hasta 3.000 euros, cantidad esta tan raquítica y miserable que, lejos de ser un soporte real, más bien obedece a una justificación de nuestro ilustre alcalde para acallar cuantiosas demandas en contra de tanta presión fiscal que desde hace tiempo se vienen denunciando, dilatándose y perdiéndose en la oscuridad de sus arcanos propósitos.
Con esta medida que Belloch plantea claramente lo que pretende a la postre es manifestar su alegato en defensa de su particular “corralito” ya que las predichas ayudas, a modo de goteo, van a alcanzar a una enorme cantidad de empresas contribuyendo al parecer a su promoción y mejora ( ¿3.000? ), con lo que la bondadosa imagen del bicéfalo poder consistorial PSOE-CHA quedará una vez acrisolada y dispuesta para recibir halagos y adulaciones de demasiados estómagos agradecidos que informarán convenientemente de dicha medida a la bienaventurada ciudadanía.
Además de tener que desarrollar la actividad empresarial en Zaragoza y estar el propietario comprendido entre los 18 y 35 años de edad, prosigue Fernando, exigen que su empresa no sea filial o franquicia y que no exceda de 25 trabajadores en plantilla. Y claro está frente a esta tomadura de pelo el pobre Fernando ya no pudo más y me espetó una larga lista de improperios vertida hacia su no elegido alcalde que, menos decirle guapo, le tildó de todo.
Y es que hace falta tener poca vergüenza. No contento Belloch con acotar la concesión de la subvención a empresas creadas a golpe de esfuerzo y con un riesgo de capital considerable desembolsado por el mismo propietario, ahora se descuelga con exigir para autorizar las insignificantes ayudas que la empresa este activa entre 1 y 5 años y no exceda de 25 trabajadores, ¿por qué?
Ya que cerca de 600.000 euros van a ir destinados a las mencionadas subvenciones, y frente a esta flagrante ruindad encubierta, el magnífico e ínclito Belloch bien podría desarrollar acciones positivas y de mayor compromiso social con la masa empresarial en materia de incentivos, destinadas a rebajar las tasas e impuestos que le son de su competencia.
Aumentar las cantidades a subvencionar ajustándose a unos criterios selectivos de objetiva equidad y a fondo perdido con aquellas empresas cuya trayectoria no estuviera aún bien consolidada, sería el talante a seguir por el Ayuntamiento de Zaragoza en la seguridad de que de esta manera las empresas agradecerían considerablemente la deferencia consistorial e impulsarían verdaderamente la ilusión por sacar adelante el ejercicio de su profesión y así poder mirar con una serena dignidad las perspectivas de su futuro, el de sus familias y las del personal de la plantilla que se encuadran en los trabajos.
vicenbarbarroja.
A menos de un año para que los ciudadanos acudamos a las urnas allá por mayo, la aguda pericia del alcalde Belloch traspasa los umbrales de la indignación.
Mi buen amigo Fernando, un joven empresario de 29 años que trabaja como propietario autónomo en el sector textil, me informa irritado de cómo el Ayuntamiento de Zaragoza se ríe de él y de aquellos que se encuentran en su misma situación, al lanzar el área de la Juventud, un producto estrella que lejos de incentivar a las empresas, lo que va a suponer es un mínimo y desparramado apoyo puntual a la continuidad de un negocio siempre y cuando se cumplan rigurosamente ciertos criterios limitadores.
Fernando prosigue diciéndome que la cifra máxima de la subvención que un joven empresario puede recibir por parte del Ayuntamiento de Zaragoza asciende a la fruslería cantidad de hasta 3.000 euros, cantidad esta tan raquítica y miserable que, lejos de ser un soporte real, más bien obedece a una justificación de nuestro ilustre alcalde para acallar cuantiosas demandas en contra de tanta presión fiscal que desde hace tiempo se vienen denunciando, dilatándose y perdiéndose en la oscuridad de sus arcanos propósitos.
Con esta medida que Belloch plantea claramente lo que pretende a la postre es manifestar su alegato en defensa de su particular “corralito” ya que las predichas ayudas, a modo de goteo, van a alcanzar a una enorme cantidad de empresas contribuyendo al parecer a su promoción y mejora ( ¿3.000? ), con lo que la bondadosa imagen del bicéfalo poder consistorial PSOE-CHA quedará una vez acrisolada y dispuesta para recibir halagos y adulaciones de demasiados estómagos agradecidos que informarán convenientemente de dicha medida a la bienaventurada ciudadanía.
Además de tener que desarrollar la actividad empresarial en Zaragoza y estar el propietario comprendido entre los 18 y 35 años de edad, prosigue Fernando, exigen que su empresa no sea filial o franquicia y que no exceda de 25 trabajadores en plantilla. Y claro está frente a esta tomadura de pelo el pobre Fernando ya no pudo más y me espetó una larga lista de improperios vertida hacia su no elegido alcalde que, menos decirle guapo, le tildó de todo.
Y es que hace falta tener poca vergüenza. No contento Belloch con acotar la concesión de la subvención a empresas creadas a golpe de esfuerzo y con un riesgo de capital considerable desembolsado por el mismo propietario, ahora se descuelga con exigir para autorizar las insignificantes ayudas que la empresa este activa entre 1 y 5 años y no exceda de 25 trabajadores, ¿por qué?
Ya que cerca de 600.000 euros van a ir destinados a las mencionadas subvenciones, y frente a esta flagrante ruindad encubierta, el magnífico e ínclito Belloch bien podría desarrollar acciones positivas y de mayor compromiso social con la masa empresarial en materia de incentivos, destinadas a rebajar las tasas e impuestos que le son de su competencia.
Aumentar las cantidades a subvencionar ajustándose a unos criterios selectivos de objetiva equidad y a fondo perdido con aquellas empresas cuya trayectoria no estuviera aún bien consolidada, sería el talante a seguir por el Ayuntamiento de Zaragoza en la seguridad de que de esta manera las empresas agradecerían considerablemente la deferencia consistorial e impulsarían verdaderamente la ilusión por sacar adelante el ejercicio de su profesión y así poder mirar con una serena dignidad las perspectivas de su futuro, el de sus familias y las del personal de la plantilla que se encuadran en los trabajos.
vicenbarbarroja.
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