Sunday, December 31, 2006

Falta de entendimiento entre Rajoy y Zapatero por descrédito de ZP.

El caos político que azota a España va consolidando cotas exorbitantes de difícil descenso posterior. De no parar este ascenso ignominioso, la reparación del Estado español puede costarnos muy caro.


El escenario político está que arde, y nunca mejor dicho. La kale borroka hace estragos en honor a Batasuna, sus cachorros que jalean y nutren el mundo abertzale que tras cuantiosos años va degradando una gran región española. Pero eso poco importa al gabinete de Zapatero, no es su culpa, él nada tiene que ver, es un problema antiguo y enquistado, que a toda costa quiere resolver. Va de bueno, de preclaro, de dialogante, de manso. Pero su sagacidad penetra con vehemencia en la sinrazón del marco gubernamental.


Sin embargo, Mariano Rajoy es el centro del desencuentro, de la contrariedad y, por que no, del fracaso en el acercamiento a los radicales vascos, pues es quien con su “intolerancia” y su firme oposición decelera el proceso de paz. De esta forma es como se aprecian las declaraciones de los grupos de izquierdas que como lobos hambrientos rodean al centro derecha que ha votado 10 millones de ciudadanos.


Todavía no llego a entender el apelativo de “proceso de paz” a una cuestión que es muy sencilla: los que matan al estilo ETA: van a la cárcel. Los que hacen apología del terrorismo: van a la cárcel. Los que queman coches, autobuses, y demás enseres de forma sanguinaria: van a la cárcel. Además, los partidos políticos que apoyan los hechos descritos y los pretender camuflar de reivindicaciones democráticas: van a la cárcel.


Esta fue la línea, sin apartarse un ápice que utilizó el gobierno de Aznar, lo que supuso a la ETA y a su entorno barbárico el confinamiento y prácticamente la aniquilación de de toda esta panda de asesinos con y sin sueldo. Pero la “resurrección” aplicada por el bloque socialista, la de los nuevos engominados e imberbes socialistas que no de los históricos, ha sido la causa de, observando sencillamente la realidad cotidiana, las agresiones viscerales de unos fundamentalistas sin rostro que jaleados desde otras instancias bien conocidas, solamente quieren imponer su criterio bañando con sangre aquello que salga de sus espectativas.


Frente a este escenario caótico, Zapatero ríe, Rubalcaba mist

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