Thursday, December 14, 2006

Para combatir la violencia de género, no se debe considerar al hombre como un enemigo a batir.


A pesar de la normativa vertida para erradicar la violencia de género, los hechos constatan que el ordenamiento jurídico no es coactivo y a lo mejor se deberían buscar otras vías de actuación.

Durante toda esta semana se están escuchando proclamas en contra del maltratador, que se le supone casi siempre hombre. Cualquier brote de violencia es reprobable y se debe perseguir para terminal con él. Pero no nos confundamos, intentar evitar actos violentes por mediación de fobias y afrentas verbales y en su caso mediáticas, no parece ser el camino más seguro, pacífico y democrático para una sociedad que, en teoría, es madura, está desarrollada y por lo tanto anclada en los principios fundamentales que envuelven al ser humano.

Era de esperar que con la entrada del PSOE en el poder, la socialización de las personas estuviera garantizada. La realidad muestra otra cosa muy diferente. El nuevo socialismo virtual que apantalla con sonrisas e igualdades turbias negociaciones, detrás de las cuales habitan confusos intereses, intenta con vanos esfuerzos remediarlo todo, regularizando las conductas de los ciudadanos una vez que empíricamente ya han acaecido los hehos.

El resultado del doble juego del PSOE es tan palmario como desintegrador. Nunca se tendrían que promulgar leyes en las que se prescribiera la igualdad de género, pues la igualdad no se concreta en la legalidad sino que obedece al derecho natural, pues el hombre y la mujer han sido creados en libertad para ser iguales desde su concepción.

Pero cuando las sociedades se quieren construir prescindiendo de lo absoluto y sobrenatural, aparece el egoísmo interior que toda persona llevamos dentro, pues es obvio que nuestras limitaciones y nuestros defectos están al orden del día. Por lo tanto, el gobierno de Zapatero debería fijarse más en contribuir a la educación en valores y principios, aceptando en primer lugar la doctrina de aquellas religiones que basan su fe en el verdadero amor y el servicio al prójimo, y a lo mejor los miembros de la sociedad cambiarían sus posturas violentas obrando con entendimiento y lealtad.

Con ello quiero significar que no se puede dar la zanahoria al burro desde la distancia métrica de un engañoso palo, montándose en él y haciéndole creer que su recompensa la tendrá al final, una vez que el sátrapa de turno que lo monta decida por el contrario negarle el sustento a pesar de su esfuerzo.

Sr. ZP, no se pueden elaborar y aprobar una retahíla de leyes dirigidas a controlar pautas de conducta, toda vez que el espíritu de rectitud de los destinatarios no se ha cultivado anticipadamente. Desnaturalizando la enseñanza por medio de contravalores, fomentando el materialismo destructivo, destruyendo desde el pedestal del poder las familias que ahora se las tacha de “tradicionales”, propiciando la desestructuración y el desequilibrio del verdadero matrimonio, ¿cómo quiere el gobierno de la nación que una sociedad no sea violenta?

Cuando en una sociedad endeble y enferma, se permite introducir desde las instituciones públicas, conceptos erróneamente dolosos con el fin de enmarañar el sano espíritu del pueblo, que no pretenda ZP demagógicamente desde su perspectiva “marketingrizada” culminar los días plagados de rosas. La ofensiva contra el hombre a través de campañas publicitarias genera odio y más violencia.

Por tanto pensemos todos que, en el seno familiar se educa a sus miembros convenientemente, la sociedad en su conjunto que proviene indiscutiblemente de aquella, con seguridad caminará más resuelta, con más respeto hacia la dignidad humana y con más amor hacia el prójimo, sea éste hombre o mujer. Así pues, existe violencia en el fútbol, en los colegios, en los establecimientos públicos, se producen guerras por todo el mundo... ¿Para cada una de las casi infinitas situaciones cotidianas a las que tristemente nos estamos acostumbrando se van a promulgar leyes, y solamente leyes? La letra de la ley se aplica, pero no educa. El resto, si tenemos un mínimo de raciocinio, son pantomimas y alharacas.


vicenbarbarroja.

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