Tuesday, June 13, 2006

LA FAMILIA: UN HÁBITAT INSUSTITUIBLE.

Aunque es cierto que reina en el contexto social que nos envuelve una cierta crisis de valores, no por ello debemos desconfiar del ser humano. Si sabemos buscar, también nos encontramos actualmente, a la luz de la esperanza, con un mundo que reúne las condiciones necesarias y suficientes para aprender a amar, algo tan sencillo que consiste en saberse dar gratuitamente a los demás y saber recibir con desinterés lo que nuestro prójimo nos ofrece. También es evidente que entregarse sin esperar nada a cambio que nos grafique no es la tendencia habitual que defina por lo general la forma de actuar de las personas. Aprender a dar y recibir exige un entrenamiento celoso, laborioso y delicado de difícil consecución si no concurren los medios adecuados. Para ello existe un vínculo afectivo e infalible de orden natural en donde las relaciones interpersonales hacen superar toda suerte de obstáculos que dificultan el acceso y la convivencia en nuestro entorno: la familia.

Antes que ciudadano, el ser humano es parte integral del seno de una familia, la cual es capaz de hacer sobrevivir a sus miembros a pesar de los avatares políticos, históricos, económicos y sociales que el devenir de los tiempos va jalonando sin cesar. Aquella es sin duda el remanso perfecto de paz y amor en donde el hombre nace, se educa, se desarrolla y adquiere los conocimientos precisos para hacer fermentar la parcela de la sociedad en la que en un futuro le tocará vivir. Además la familia es el único “Estado” que voluntaria, libre y abiertamente crea y ama a sus “ciudadanos” y por ello ostenta el poder de urdir un tejido social impenetrable para todo mal. Por tanto, la felicidad más remota nos la muestra precisamente ese círculo familiar en el que se congregan diversas generaciones y se ayudan mutuamente para conformar los derechos de las personas y constituir el fundamento de la sociedad con el fin de ejercer un influjo positivo sobre el conjunto de la colectividad.

Así las cosas, la familia nos reporta un nutrido elenco de valores, principios y virtudes que van forjando con cariño una verdadera comunidad de vida y amor valorando dignamente a cada persona que la compone por lo que es y no por la utilidad que reporta. Con esta perspectiva, los Poderes Públicos están obligados a considerar como un deber sagrado reconocer, proteger y promover la verdadera idiosincrasia de la familia garantizando su moralidad pública y fomentando su prosperidad doméstica. De esta manera los padres siempre tendrán el derecho a la procreación no coactiva y a la educación de los hijos en el seno de la familia que deben preservar, aval éste que ya fue enunciado en el artículo 16.3 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en el que “la familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado”.

Pero este hábitat idílico y necesario que presta un gran servicio a la sociedad, es mucho más que un ente grupal de convivencia. La familia, y sobre todo aquellas en donde la generosidad se palpa en la profusión numérica de sus hijos, tiene el don de fundar un hogar en donde la ternura, el perdón, el respeto, la fidelidad y la libertad responsable definen la razón de ser de su condición. Asimismo pensemos que la familia no se concreta únicamente en dos personas, pues la entrega sexual es una donación a la persona del sexo opuesto en cuanto persona sexualmente distinta y complementaria. Por ello el objeto de esa donación es la persona misma en su corporeidad sexuada basada precisamente en el principio de singularidad cuya entrega será en todo caso total y definitiva.

Para concluir estas líneas no olvidemos que los próximos días 8 y 9 de julio, el Santo Padre Benedicto XVI visitará la entrañable ciudad de Valencia para corroborar con su presencia el fundamento de la familia y clausurar el V Encuentro Mundial de las Familias en donde con total seguridad, el éxito y el impulso comprometido por la libertad no dejará indiferentes a creyentes y no creyentes, haciéndoles recapacitar en aras de construir un mundo más justo y más humano en torno a la fecunda unidad familiar.

Saturday, June 03, 2006

Crispación total.

Este Gobierno, el de Zapatero y sus acólitos del poder, podrá llamarse progresista pero no ejerce políticas de progreso. Zapatero es el principal culpable de la crispación que hoy divide a la hasta ahora llamada España, al desarrollar y activar una política ideológica que ignora al ciudadano de a pie (el que vota) y que además atenta frontalmente contra los valores y principios que sostienen a la propia sociedad que él mismo va destruyendo, hipotecando el futuro social de España en detrimento de los intereses de la nación. La política zapaterista es especialmente agresiva y sectaria atentando contra la familia, contra la libertad educativa y contra la dignidad de la vida humana. Ahora no contento con esta retahíla de lamentos de profundo corte luctuoso pretende tender puentes a la sociedad vasca codeándose con un grupúsculo radical ilegalizado. No tiene rumbo, no tiene programa, camina hacia ninguna parte como marioneta que cualquiera puede manipular. Pero todos corremos un grave peligro pues esa mrioneta de sonrisa fácil es nada más y nada menos que el presidente del Estado español. No podemos cejar en el empeño de pasar de la política de nuestro país pues nos va mucho en juego, nos va todo. En marzo del 2007 tenemos la oportunidad de anticipar con las elecciones autonómicas y locales y dar la vuelta del panorama actual relegando a las formaciones sectarias para que reine de nuevo la paz, el descanso frente a la tensión y la honestidad como simbolo del trabajo bien hecho. Zapatero es un taumaturgo trasnochado, artífice de la mentira, lesionador de conciencias y un engañador profesional.

Se están llevando a cabo cambios en la estructura del Estado sin consenso; se imponen modelos de sociedad sectarios, fomentando el intervencionismo y atacando los valores sociales fundamentales; se hace política sin el ciudadano, provocando un hartazgo en la sociedad; se premia con cesiones a quienes, como los terroristas de ETA, optan por formas de actuar al margen del Estado de Derecho; las leyes y las instancias judiciales se toman como algo maleable y al servicio del poder político; y lo peor, se ha sustituido el sentido común por la demagogia como forma de gobernar.

Alcemos pues la voz en lo alto para que en la lucha se urda el triunfo de la batalla y nuestra España no se vea empañada por la suciedad que ahora nos azota. Seamos leales al ideario patrio y retomemos el horizonte de nuestros proyectos. No dejemos que unas manos impuras gobierne nuestro porvenir. España es de los españoles y nosotros tenemos la grave responsabilidad de decidir quien nos gobierna, cuando y en qué condiciones. Que no se nos olvide. Nos espera un nuevo amanecer.